La cultura de la contracultura

Tuesday, February 28, 2006


La cultura de la contracultura
Por Daniel Héctor Ilustración: Kiko del Mar.

El milenio llegó acompañado de atentados, alzamientos civiles y desastres ecológicos como así también, de encendidas guerras ideológicas que parcelan al planeta de norte a sur y de este a oeste.

No hay duda que este mundo del tercer milenio ha quedado hipersensibilizado después de la voladura de las torres gemelas. Todos los acontecimientos mundiales, a partir del 11-S, son entendidos desde una óptica marcadamente ideologizada y con un fuerte sabor milenarista.
Las catástrofes naturales como el Tsunami o el Katrina -se dice en voz alta-, son consecuencia directa del mal uso que un capitalismo ambicioso e insensible hace de los recursos del planeta y, se trae a referencia tanto al Apocalipsis como a Nostradamus. Por otro lado, se dice también, que el alzamiento civil en los suburbios franceses es la antesala del “choque de las civilizaciones”, contingencia que anunciara el ideólogo del imperio Samuel Huntington a principio de los 90´, en su libro homónimo. Se cree ver detrás de estos disturbios juveniles una Guerra santa encarnada por el Islam que vuelve a fuerza de cimitarras a recuperar su antiguo poderío.
A decir verdad, las hecatombes ecológicas y los choques de las culturas no son hechos nuevos en la historia, son acontecimientos recurrentes desde que el hombre es hombre sobre la faz de la tierra. Pero si, hay un elemento nuevo y propio de los tiempos que corren: la percepción que tiene el ser humano de la realidad que lo circunda está ahora distorsionada por los medios de comunicación masiva (mass media), superestructuras empresarias que amplifican las palabras, las ideas y los hechos, proyectando -más allá de su función transmisora de la información-, un imaginario colectivo, donde la realidad es reemplazada por una imagen (virtual), que cobra vida propia.
Entender el estratégico rol de los medios de comunicación, es fundamental para comprender el marco en el que se desarrolla la recrudecida guerra de la información.
Ya no son los pensadores, los políticos o los intelectuales, los que perfilan las corrientes de pensamiento de las mayorías, hoy los mass media tienen ese poder.
EE UU a la cabeza del capitalismo globalizador, ya venía encarando desde tiempos de la guerra fría una campaña de mentalización e intimidación ideológica, identificando al socialismo como enemigo natural de los valores republicanos y democráticos del mundo civilizado.
La caída del muro y el consecuente derrumbe del campo socialista significaron el fin de las utopías, o sea el fin del progreso de la humanidad como un solo cuerpo, camino a la igualdad de una sociedad sin castas ni clases.
El capitalismo se convirtió entonces en el sistema hegemónico. Inmediatamente otro de los adlátares del imperio (Francis Fukuyama) decretó “el fin de la historia” (algo así como que se llegó al punto final de la evolución ideológica de la humanidad). Un nuevo orden, el neoliberal, fue impuesto como el summun del sistema político-económico- social para regir los destinos del planeta; cualquier intento de cultura contestataria o disidente a este influjo, derivó en un molesto resabio de la nostalgia revolucionaria y marxista del siglo XX.
En la década de los 90´, toda la humanidad fue conejillo de indias de los experimentos, que con suma ortodoxia los gurúes del nuevo orden mundial implementaron.
Privatización, flexibilización, desregulación, achicamiento del estado fueron los términos mas en boga del período. Luego comenzaron a sonar otros: los sin tierra, los sin techo, los indocumentados, los desocupados, los ilegales, los piqueteros. El hambre y la marginación ya no cabían bajo la alfombra dorada.
Inculcar el miedo y la resignación junto a la exhibición ostentosa de su poderío bélico, fueron las principales armas que utilizó el sistema en afán de frenar demandas y reivindicaciones de parte de los sectores globalizados (conquistados), pueblos y regiones perjudicadas por el esquema neoliberal.
La caída de la Unión Soviética había dejado a la estrategia disuasoria sin su correspondiente “villano”. Por eso el ataque del 11 de septiembre, le vino de perlas (a la Unión) para cerrar una renovada campaña de miedo global. El terrorismo y el mundo islámico se constituyeron así en el nuevo “Eje del mal” y en archi-enemigos de la paz y el progreso. Una corriente pro-americanista recorrió en esos días el globo: “somos todos Americanos” - decían algunos-.
Los más exaltados papistas daban cuenta de la incuestionable supremacía del mundo occidental sobre el oriental.
Parafraseando a Huntington, Edgard Said bautizó como el “El choque de ignorancias”, a la intención simplificadora y maliciosa de querer convertir a conceptos tan complejos como civilización, cultura e identidad en entidades monolíticas, resumidas en una caricaturesca postal de la pelea: Popeye versus Brutus o Batman vs. el Guazón

Una voz disonante
En los dominios mas morenos de la América morena se encendió la primera antorcha libertaria.
El primer día del año 1994, un puñado de indígenas y campesinos de la selva Lacandona, desempolvó las legendarias banderas Zapatistas y exclamó con firmeza “queremos un mundo donde otros mundos sean posibles”; la insurrección tomó municipios y poblados y como al pasar, le declaró la guerra a México. Sus consignas fueron novedosas y superadoras de la clásica antinomia izquierda-derecha: “no queremos cambiar un poder por otro”, “queremos la igualdad pero también la diferencia”. El poder central azteca estaba atareado por esos tiempos en los avatares de la gran política. México transitaba momentos previos a establecer un acuerdo con su vecino del norte, y este tratado, se decía, colocaría al país en el primer mundo, (el NAFTA anterior al ALCA). Esta revuelta campesina en un recóndito suburbio provinciano significaba un asunto menor para el gobierno.
La represión del ejército no tardó en llegar desplegando su mayor dureza; pero no logró quebrar el alzamiento. Urgido por el tiempo y las crisis políticas internas, en vísperas del NAFTA y de las elecciones, el presidente Carlos Salinas de Gortari se vio obligado a decretar un alto al fuego. Los insurgentes ingresaron victoriosos en la mesa de diálogo. El movimiento ya tenía voz y esta se convirtió en su arma más poderosa. El mayor acierto del Ejército Zapatista de Liberación (EZLN), fue presentar batalla en el campo mediático. Internet que estaba en su fase inicial (para esa época), resultó ser la herramienta ideal para la tarea. Gracias a la Red, el movimiento pudo hacer escuchar su voz disonante en todos los rincones del planeta, al mismo tiempo que se activaba una importante red solidaria articulada a través de la Web.
En noviembre de 1999, en Seatlle se llevó a cabo la primera gran manifestación mundial en contra de la globalización. La Organización Mundial de Comercio (OMC) realizaba allí tranquilamente su reunión de fin de milenio, cuando unas 50 mil personas irrumpieron en la ciudad expresando su repudio a las recetas económicas implementadas por los organismos multilaterales (FMI-OMC-BM-BID). Fue tal la magnitud de la protesta que la reunión debió postergarse. Anarquistas, izquierdistas, ecologistas, pacifistas, indigenistas, campesinos, curas tercermundistas, sindicalistas, gente de todas las geografías; se dieron cita (vía Internet) para gritarle en la cara a los amos del universo, “que otro mundo es posible”.
A pesar de lo heterogéneo y diverso de los grupos que la conforman, esta comunidad antiglobal se siguió consolidando en la acción. Motivos de lucha no le faltaron; desde la defensa de las causas indígenas, la denuncia del accionar de las multinacionales en los países pobres, hasta alertar a la población acerca del peligro que significan los alimentos transgénicos.
En enero de 2001 se realizó el primer Foro Social de Porto Alegre, gran reunión donde confluyen año a año todas las organizaciones altermundistas (contrarias a la globalización capitalista). Desde las más racionales como ATTAC, (que proponen una tasa que grave la usura), pasando por los místicos de la teología de la liberación, como así también asociaciones que defienden el derecho a la identidad sexual, a la planificación familiar, o a la legalización de la marihuana. Juntar fuerzas para globalizar la justicia, la libertad y el respeto a la naturaleza, eso los convoca.
Hoy por hoy, infinidad de organizaciones sociales y grupos de gestión, vienen trabajando en sintonía con esta ética de la cooperación en todo el planeta. También hay otras que detrás de propuestas solidarias o humanitarias, buscan recaudar los fondos que aportan las multinacionales o los estados ricos para aquietar su conciencia (el sistema que crea su anti-sistema).Especulación y cinismo, relaciones perversas, todo es entendible; tantos siglos de capitalismo no son poca cosa.


Tuesday, October 18, 2005

Del Flower power al Bush power

ilustracion: logan

Del “Flower power” al “Bush power”
Por Danie Hector
Las nuevas tecnologías de la información, de la comunicación y del conocimiento se convierten muy fácilmente en las de seguridad, del control, de la «infovigilancia» y del «infoataque».

Internet supo ser, en sus inicios, un lugar en donde confluyeron y se fusionaron éticas tan opuestas, como la de la cooperación y la de la competencia. El neologismo “coo-petencia”, define el modo de relacionarse entre los miembros de la primitiva cybercomunidad: cooperaban entre sí para investigar y desarrollar las nuevas tecnologías y competían lúdicamente para resolver los problemas que aparecían, cada uno con sus propias y particulares ideas. Creaban en libertad e intercambiaban fluidamente descubrimientos y resultados, en un ámbito de comunicación interactivo, horizontal y descentralizado.
Influenciados por el “Flower power”, el movimiento “hippie” de la California somnolienta de los sesenta, esta fauna de trabajadores de la innovación, tuvo una concepción del tiempo, del dinero y el trabajo nada convencional: al tiempo no lo medían con el reloj ni con la jornada laboral, sino en concreción de metas y proyectos, en el trabajo se confundían el placer, el juego y el reto intelectual y en el dinero no veían un valor en sí mismo. Estas personas que alteraron y subvirtieron los valores establecidos de la época, con el fin de soñar y querer construir un mundo mejor, se autodenominaron hackers, y dejaron profundas huellas en el espíritu de la Net que aún hoy perviven.

La anarquía digital
Ya por los `90 del siglo que se fue, la Red comienza a expandirse como reguero de pólvora a los cuatro vientos, y emerge como un lugar de «soberanía sin fronteras», el fenómeno lo impulsan (esta vez) las poderosas empresas de la comunicación. Bajo esta tutela, ella se convierte en un floreciente “espacio comercial” mas allá del “espacio social” que ya era en si misma. En poco tiempo deja de ser solamente un medio para la información y la comunicación, y se transforma también en un espacio para la acción.
En este territorio sin territorio, la estructura del poder es muy sencilla, lo que priva es el poder económico, las reglas del juego la determinan los dueños de la “estructura”, que son los empresarios que la diseñan y la ponen en funcionamiento.
La utopía neoliberal encuentra en la Red su más caro sueño concretado, y levanta como bandera libertaria, la no intervención del poder político en ella, una especie de anarquía digital a la extrema derecha.

El miedo a la libertad
A partir del atentado del 11 de septiembre, la Casa Blanca impone un nuevo orden global, marcado por el fundamentalismo religioso y la seguridad como prioridad de estado, multiplicando así la intolerancia (ahora bautizada como tolerancia cero), el miedo y la sospecha a “los diferentes”.
Inmediatamente posterior al ataque terrorista, el Congreso Americano aprobó una mega ley “para interceptar y obstruir al terrorismo”, la denominada «USA PATRIOT Act».
Esta ley amplía la capacidad de los servicios de seguridad e inteligencia, para vigilar comunicaciones privadas y acceder a información personal, especialmente en Internet, ya que allí “los diferentes” están muy cercanos. Las circunstancias “opresivas” en que fue aprobada esta ley, hicieron pasar por alto libertades individuales fundamentales.
En el marco de esta llamada “guerra preventiva”, la Comisión de Seguridad del Senado Americano, está estudiando también otras leyes para ejercer un control extremo en la Red, como medio tutelar y para evitar futuros delitos.
En este ciberespacio amenazado por virus de todo tipo; por mensajes no deseados, por publicidad invasiva, por espías que vigilan todos nuestros movimientos, muchos usuarios aceptan resignar algunos de sus derechos, con tal de sentirse mas protegidos, sin divisar que estas concesiones puedan llegar a ser un boomerang y volverse en contra de ellos mismos. Las nuevas tecnologías de la información, de la comunicación y del conocimiento, se convierten muy fácilmente en las de la seguridad, del control, de la «infovigilancia» y del «infoataque», al más acabado estilo “big brother” de George Orwell.

La privatización de la censura
La libertad de comercio protege (de alguna manera) la libertad de expresión en la Red, los empresarios se oponen a la censura, si esta puede perjudicar sus beneficios, los productos trasgresores tienen mucho público. Pero por otra parte estos mismos comerciantes, contribuyen a la censura, cuando son presionados por agrupaciones de “clientes”. La censura practicada por corporaciones, iglesias, lobbys, organizaciones comunitarias o comunidades religiosas, ha reemplazado mas “eficazmente” a la tradicional censura que ejercen los estados, por esa razón, la libertad de expresión en este mundo tan “liberal” (en lo económico), esta cada día mas subordinada a los intereses mercantiles. La opinión pública manipulada por medios y empresas de la comunicación (que son los formadores de opinión), sabe también pedir prohibiciones.
Los censores siempre encuentran fundamentos para justificar cualquier prohibición, nos explican que la libertad de expresión no es un derecho absoluto, y en consecuencia esta sujeto a limitaciones. Los poderes prefieren que la gente cultive mas el “derecho a escuchar”, antes que el de expresar libremente las ideas y mucho menos críticamente.
Cualquiera puede tener su sitio en la Web y poner en ese espacio lo que le plazca, esta es la naturaleza distintiva de Internet, “mensajes en todos los sentidos, enviados por cualquiera, captados por cualquiera y organizados por nadie” (Dominique Wolton), pero los gobiernos piensan que este acceso ilimitado a la información es peligroso para sus ciudadanos. Es así que todos los países (hasta los más democráticos) efectúan restricciones y bloqueos, a sitios de Internet considerados subversivos, pornográficos o blasfemos, escudados en el noble y sacrosanto argumento de proteger los valores de la democracia, la familia o la fe.
La censura en la red ya sea por cuestiones políticas o religiosas, sumada a las limitaciones que también significan las patentes y los derechos de autor, en el acceso a la información, convierte a los usuarios de la Red, más que en ciudadanos de una ciudad virtual en telesúdbitos de un poder neo-monárquico.
La llamada “aldea global” se parece cada vez mas a una “aldea medieval”.